domingo, 3 de febrero de 2019

EL JUZGAR A LOS DEMÁS

EL JUZGAR A LOS DEMÁS
Mateo 7:1—6
Salvador Cortés Pedraza

1No juzguéis, para que no seáis juzgados.

Muchos de los que nos dedicamos a predicar la Palabra de Dios, no llegamos a comprender el verdadero alcance de estas palabras de Jesús. A veces en nuestros intentos de combatir el pecado recurrimos a la crítica hacia los pecadores y deberíamos mirar si esto no nos mete de lleno en el pecado. Vemos que Cristo no tiene miramientos con los que critican y les dice.

1.   No juzguen, no critiquen v. 1
2.   El que critique será juzgado por ello v.
3.   El que critica no se examina así mismo v. 3
4.   El que critica se engaña así mismo v. 4
5.   El que critica es un hipócrita v. 5
6.   El que critica no merece el Evangelio. v. 6

¿Cómo afrontar el tema sin caer en la crítica?

Esto es posible si nosotros, como la Palabra dice, vamos contra el mismo pecado y no contra el pecador. Muchas veces nos parece que señalando al pecador vamos a tener más éxito que si lo hacemos señalando el pecado. Pero Jesús dice que los que critican a los demás serán juzgados por todos estos pecados, y lo hace de una forma enfática, tan enfática que se vale de ilustraciones deseando que todos lo entendiesen perfectamente. Jesús contundentemente expone la verdad acerca de los que critican, algo que a nosotros nos parece corriente en muchos casos, sobre todo, cuando las críticas son hacia los demás.  Pero según las palabras de Jesús el que critica tendrá que dar cuenta por su…  

·      Inconsistencia. (v. 2)
·      Auto-justificación (v. 3)
·      Ceguera espiritual y auto-engaño (v. 3)
·      Ausencia de caridad y amor. (v. 4)
·      Hipocresía (v. 5)
·      Abuso del Evangelio (v. 6)

2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.

Jesús nos habla de juicio y de medida. Los juicios que conocemos son ellos muy diferentes entre sí;  hay juicios que se hacen para conocer la verdad y aplicar justicia y los hay que se hacen con intención preferente de condenar, lo que son llamados juicios sin misericordia y mucha malignidad. Los que actúen así, así serán juzgados.

En cuanto a la medida, esto se refiere a la proporción de amor que pongamos al juzgar. No es lo mismo juzgar con amor, que hacerlo con odio, aunque las dos maneras nos estén vetadas.   

3 ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 4 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? 5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.

La vida del cristiano debe ser una vida de constante perfeccionamiento y nunca darnos por satisfechos. Es entonces cuando no nos vamos a dedicar a criticar a los demás. Más cuando nos sentimos perfectamente aprobados es cuando comenzamos a no vernos pecadores y a mirar la paja del ojo ajeno

6 No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.

Para algunos la predicación del Evangelio es locura. Algunas personas son insensibles, dadas a censurar, cínicas y orgullosas. Sus mentes están cerradas y “se conforman al siglo”. Estos ridiculizan y desprecian muchas veces de manera solapada. Estos se vuelven más y más antagonistas. Todo parece indicar que son incapaces de recibir la verdad y laboran con la suya propia. Cristo está diciendo que, con estas personas, no se debe compartir el Evangelio para que no nos despedacen al volverse contra nosotros. Cuando el creyente critica o comete otra clase de pecado el evangelio que presenta se ve oscuro, opaco y desagradable. Pero el Santo Evangelio, debe ser dulce, cálido y esperanzador, para los seres humanos. Es necesario seguir al Espíritu de Dios para conocer a los hombres. Nos tropezaremos con muchos que seguramente no permitirán que les hablemos de Cristo, pero no podrán evitar que lo mostremos en nosotros mismos. 

Oremos al Señor: Amado Padre. Tú que eres misericordioso y clemente; Dios de amor. No desvíes tu mirada y guíanos por el camino de la verdad y de la vida. Examínanos Señor, para que podamos ser castigados por ti Dios justo. No nos dejes caminar a nuestro albedrío porque, realmente, nada confiamos en nosotros mismos. Tú, Señor, que todo lo puedes, no nos dejes permanecer inactivos y capacítanos para que podamos cumplir esta Santa Misión que Tú nos has encomendado. Que nunca olvidemos que Tu precioso Hijo  subió a la cruz por nuestros pecados, para que en la cruz pudiésemos dejarlos y vivir cubiertos por tu gracia. Que no seamos simplemente oidores de tu Palabra, sino que nos sintamos comprometidos hacia todos los hombres que puedan oírla. Padre, bendícenos para ser dignos de ti. Ponemos este ruego en las preciosas manos de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo.   



                                                                           30 de diciembre de 2018

LA ACTITUD QUE DIOS ESPERA DE AQUEL QUE ES CRITICADO

LA ACTITUD QUE DIOS ESPERA DE AQUEL QUE ES CRITICADO
Salvador Cortés Pedraza

Quiera Dios concedernos la gracia de guardarnos de ese mal tan vil de hablar mal de los demás. Velemos para no ser hallados incurriendo en este mal contra aquellos que son tan queridos para Él, y que tanto le ofende.

No hay un solo miembro del pueblo de Dios en el cual no podamos hallar algo bueno, con tal que lo busquemos de la manera correcta. Ocupémonos únicamente en lo bueno; detengámonos en lo bueno y procuremos fortalecerlo y desenvolverlo de todas las maneras posibles.

Por otro lado, si no hemos podido descubrir lo bueno en nuestro hermano y compañero de servicio, si nuestro ojo sólo ha logrado ver extravagancias, si no hemos logrado hallar la chispa de vida entre las cenizas, la piedra preciosa en medio de las impurezas; si sólo hemos visto lo que era de la naturaleza carnal, en ese caso corramos el velo del silencio sobre nuestro hermano, con amor y benevolencia, y hablemos de él solamente ante el trono de la gracia.

Asimismo, cuando nos toca estar en compañía de aquellos que dan rienda suelta a la perversa costumbre de hablar en contra de los hijos de Dios, si no logramos cambiar el curso de la conversación, LEVANTÉMONOS Y ABANDONEMOS ESE LUGAR, dando con ello testimonio contra lo que es tan aborrecible para Cristo. Jamás nos sentemos junto a un difamador para escucharlo.

Podemos estar seguros de que está haciendo la obra del diablo, e infligiendo un daño positivo a tres distintas personas: a sí mismo, a su oyente y al sujeto, que es blanco de sus censuras.

Hay algo de perfecta belleza en el modo en que Moisés se condujo en la escena ante nosotros (Números 12). Se mostró de veras un hombre manso, no solamente en el caso de Eldad y Meldad, sino también en el asunto más angustioso y delicado de Aarón y María.

En el primer caso, en vez de estar celoso de aquellos que fueron llamados a compartir su dignidad y responsabilidad, se regocija de la obra de ellos, y ruega para que todo el pueblo de Dios pueda poseer el mismo privilegio sagrado.

En el segundo caso, en vez de experimentar y guardar resentimiento contra su hermano y su hermana, estuvo bien dispuesto en seguida a tomar el lugar de intercesor: “Y dijo Aarón a Moisés: ¡Ah! señor mío, no pongas ahora sobre nosotros este pecado; porque locamente hemos actuado, y hemos pecado.”

No quede ella ahora como el que nace muerto, que al salir del vientre de su madre, tiene ya medio consumido su carne. Entonces Moisés clamó a Jehová, diciendo: Te ruego, oh Dios, que la sanes ahora” (Números 12:11-13).

Aquí Moisés exhala el espíritu de su Señor, y ruega por los que hablaron tan agriamente contra él. Ésta era la victoria, la victoria de un hombre manso, la victoria de la gracia.

Un hombre que conoce su verdadero lugar ante Dios, es capaz de elevarse por encima de todos los males que se dicen de él; y no se aflige por éstos, sino únicamente por aquellos que los pronuncian.

Es capaz de perdonarlos. No es susceptible (picajoso) , no es tenaz (terco, tozudo, cabezón), ni ocupado en sí mismo. Sabe que nadie lo podrá colocar por debajo de lo que merezca, ante Dios; y, por tal motivo, si alguien habla contra él, puede inclinar la cabeza con mansedumbre y continuar su camino, encomendándose a sí mismo y su causa a Aquel “que juzga justamente” y que “pagará a cada uno conforme a sus obras” (1. ª Pedro 2:23; Romanos 2:6).

Tal es la verdadera dignidad. ¡Ojala que podamos comprenderla un poco mejor, y entonces no estaremos tan dispuestos a encendernos en ira cuando alguno crea que es lo justo hablar con descrédito de nosotros o de nuestra obra; al contrario,
bien podemos elevar nuestros corazones en ferviente oración por ellos, trayendo así bendición sobre ellos y sobre nuestras almas!


La llegada de los   hermanos amados a esta ciudad de Coín, nos ha servido de enseñanza práctica de parte del Señor, a recibir primeramente en amor, a curar las heridas que el camino nos dejó, a lavarle los pies a aquel que fue criticado, que quiere decir, a cubrirlo, a olvidar sus errores porque a quién mas le dolió fue a él; y que los fracasos, nuestros fracasos,  revelan dos cosas y en todos nosotros además: la voluntad de Dios y la manifiesta naturaleza caída de cada uno de nosotros que se manifiesta una y otra vez y esta naturaleza nuestra, busca gloriarse sin poder lograrlo nunca. Solo si somos cubiertos por la Gracia de Dios, podremos presentarnos santos ante El Santo.

EL ESPÍRITU SANTO

EL ESPÍRITU SANTO 
Capítulo 1º

Hemos visto que la Biblia revela que, el Espíritu santo es una persona, no una cosa. Lo llamamos Él, en lugar de “eso”. Al mismo tiempo, la Biblia también nos revela que el Espíritu Santo es una persona divina. Es Dios. En este estudio, vamos a firmar esto, una y otra vez.

Durante muchos siglos se sostenido una encarnizada batalla acerca de la divinidad de Jesús. En cada generación ha habido muchas personas empeñadas en reducir a Jesús a un mero ser humano.

La confesión de la iglesia ha enseñado que Cristo es el hombre—Dios; una persona con dos naturalezas, humana y divina. Y en el Concilio de Calcedonia; en el año 451 d.C. la iglesia declaró que Jesús era verdaderamente hombre (vere homo)  y verdaderamente Dios (vere deus).

En la Historia de la Iglesia, cuatro siglos han estado marcados por severos debates en cuanto a la deidad de Cristo. Estos fueron los siglos IV, V, XIX y XX.  Menciono esto porque, casualmente, estamos viviendo en uno de los siglos en que la deidad de Cristo se ha discutido más acaloradamente.

Un libro editado ocasionó toda una revolución entre los detractores de Cristo—como no podía ser de otra manera. El libro se llamó “El mito de Dios encarnado” y cuestionaba gravemente la deidad de Jesús.

Lamentablemente, el libro no fue escrito por alguien que se encontraba fuera de la iglesia, sino, más bien por respetados maestros de teología.

Los verdaderos cristianos, deberíamos considerar a los teólogos como funestos personajes cuando intentan clarificar o hallar la lógica o esencia de Dios, y es lo que siempre tratan. Porque sabemos que nos está vedado a los seres humanos, que solo podemos saber lo que Él nos ha permitido que sepamos.

Se ve a Cristo de diferentes maneras: como el más grande de los hombres, un profeta singular, el ejemplo supremo de la ética, un modelo de autenticidad existencial, un símbolo del espíritu revolucionario humano, un poder angélico, y hasta un hijo “adoptado” de Dios.

Todas estas designaciones, sin embargo, incluyen habitualmente, la idea de que Jesús es una criatura, un hombre o ángel creado por Dios.

Todos estos calificativos o enfoques implican la idea de que Cristo tuvo un principio en el espacio y el tiempo. Se niega su eternidad y coesencialidad  con Dios.

Algunas religiones modernas exaltan a la persona de Jesús en forma tal que este funciona como uno de los puntos centrales de su devoción religiosa pese al hecho de que lo vean como una criatura.

Tanto los mormones como los testigos de Jehová ven a Jesús como un ser creado, pero aún así le rinden una considerable devoción.

Si, semejante devoción, encierra una verdadera adoración, entonces, lamentablemente, debemos concluir que estas religiones son, en esencia, idólatras, pues, la idolatría es la adoración a alguien o algo fuera del Dios Eterno. Adorar a criaturas es idolatría.

El mormonismo puede insistir en que Jesús es el Creador del mundo, pero que, aún así, su acto de creación es posterior al m omento el que Él mismo, fue creado por Dios.

La idea es más o menos la siguiente: Dios creó a Jesús y luego Jesús creó el mundo. En este caso Jesús es tanto Creador como criatura.

Si Jesús no es Dios, entonces se deduce que el cristianismo ortodoxo es fundamentalmente herético.

Va en contra de la unicidad de Dios y adscribe adoración al Hijo y al Espíritu Santo, los cuales, no son divinos.

Si, por otra parte, el Hijo y el Espíritu santo, son verdaderamente divinos, entonces debemos concluir que los testigos de Jehová son falsos testigos de Jehová y que el mormonismo es una secta herética, no cristiana.

Aunque hay muchas iglesias llamadas cristianas denominacionales—demasiadas  en mi opinión—la mayoría de ellas reconocen a las otras, aunque no tengan comunión con ellas, como formas verdaderas aunque, imperfectas, de expresión cristiana.

Los baptistas, por lo general, consideran a los presbiterianos, como una expresión válida de la iglesia cristiana universal. Los presbiterianos reconocen que los luteranos son verdaderamente cristianos, pero los demás no.

Las diversas organizaciones cristianas suponen que aunque difieren de otras organizaciones, en algunos puntos doctrinales, esos puntos particulares, no son absolutamente esenciales para el cristianismo verdadero.

La causa de que la mayoría de los cristianos no reconozcan a los mormones y testigos de Jehová como iglesias cristianas es que la deidad de Jesús y el Espíritu Santo se consideran afirmaciones esenciales para el cristianismo que aparece en la Biblia.

Lo mismo podríamos decir del unitarismo (otro movimiento cristiano) que también niegan la deidad del Hijo y del Espíritu santo.

Mientras los debates en contra de la deidad de Cristo han sido tremendamente encarnizados, no lo han sido de igual manera, los que se han realizado contra el Espíritu santo.

La Biblia representa claramente al Espíritu Santo como poseedor de atributos divinos que ejerce autoridad divina, hasta el punto de que el siglo IV, aquellos que estaban de acuerdo en que el Espíritu santo era una persona, raramente han negado su deidad.

Es decir, aunque ha habido muchas disputas en relación con la pregunta de si el Espíritu es una persona o, por el contrario, una “fuerza impersonal”, una vez que se admite que se trata verdaderamente de una persona, el hecho de que sea una persona divina encaja fácilmente

Esto no resulta demasiado sorprendente; después de todo, el Espíritu nunca ha asumido forma humana, como hizo el Hijo, (no podía ser simplemente un ser humano), que es lo que muchos herejes dicen acerca de Jesucristo. Un espíritu debe ser obviamente, un ser espiritual.

En la Escritura encontramos una alusión frecuente a la deidad del Espíritu Santo. En el antiguo testamento, por ejemplo, lo que se dice de Dios, se dice también del Espíritu de Dios.

Las expresiones “Dios dijo” y “El Espíritu dijo”, se intercambian repetidamente.  Se dice que la actividad del Espíritu Santo es la actividad de Dios.

Los mismos fenómenos ocurren en el Nuevo Testamento. En Isaías 6:9, Dios habla y dice: “Ve, y di a este pueblo…”

El apóstol Pablo cita este texto en Hechos 28:25 y lo presenta diciendo: “Bien habló el Espíritu Santo a vuestros padres por medio de Isaías el profeta”. Vemos como el apóstol atribuye el hablar al Espíritu Santo.

Del mismo modo Pablo declara que los creyentes somos el Templo de Dios, porque el Espíritu Santo mora en nosotros. (Efesios 2:22, 1 Corintios 6:19, Romanos 8:9-10.

Si el Espíritu Santo mismo no es Dios ¿cómo podría ser correcto llamarnos Templo de Dios solo porque el Espíritu Santo mora en nosotros?

Podríamos decir respondiendo a esta pregunta que Dios ha enviado al Espíritu Santo y que, por tanto, Este representa a Dios, lo que significaría que Dios está allí donde es representado por alguno de sus instrumentos activos.

Pero esto sería jugar, irresponsablemente, con el significado del texto. En toda la Escritura, se identifica al Espíritu Santo como Dios mismo y no se le retrata meramente como un representante comisionado de Dios.

En Hechos 5: 3-4, leemos: —Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieras al Espíritu Santo y sustrajeras del producto de la venta de la heredad? 4 Reteniéndola, ¿no te quedaba a ti?, y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.

Vemos aquí una mentira dirigida al Espíritu santo; una mentira dirigida a Dios mismo.

Cristo y los apóstoles describen repetidamente al Espíritu Santo como un ser que posee la perfección y los atributos divinos.

La blasfemia contra el Espíritu Santo se considera como el pecado imperdonable. Si el Espíritu santo no fuera Dios sería improbable que una ofensa a Él se considerase imperdonable.

El Espíritu Santo es Omnisciente. Él lo sabe todo. ¿No es este un atributo de Dios? La omnisciencia es una marca de la deidad, no de las criaturas, que están limitadas por el tiempo y el espacio.  Estos límites, imponen una restricción sobre el alcance del conocimiento que poseen.

Pablo declara en 1 Corintios 2:10-11: Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios, 11 porque ¿quién de entre los hombres conoce las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Del mismo modo, nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.

LA PERSISTENCIA DE NUESTRA INCREDULIDAD.

LA PERSISTENCIA DE NUESTRA INCREDULIDAD.

OH! Si levantáramos nuestra dirección correctamente en el sentido y a la Persona que debemos levantarla. Israel vuelve a enfrentarse con el líder espiritual Moisés y de esa manera se libra de enfrentar la realidad la cual es que seguimos duros de corazón y no nos importa lo que Dios ha hecho a lo largo del camino, nuestra incredulidad persiste.

Molestia en el mar Rojo, Éxodo 14:11-12 Y dijeron a Moisés: ¿Acaso no había sepulcros en Egipto para que nos sacaras a morir en el desierto? ¿Por qué nos has tratado de esta manera, sacándonos de Egipto? ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: "Déjanos, para que sirvamos a los egipcios"? Porque mejor nos hubiera sido servir a los egipcios que morir en el desierto.
Molestia en Mara Éxodo 15:24 Y murmuró el pueblo contra Moisés, diciendo: ¿Qué beberemos? y ahora…
Molestia en Sin Éxodo 16:2-3 Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y contra Aarón en el desierto. Y los hijos de Israel les decían: Ojalá hubiéramos muerto a manos del SEÑOR en la tierra de Egipto cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis traído a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.

¡PERO, DIOS SABE LO QUE HACE!

LA PRUEBA SIGUE SIENDO NECESARIA.

Éxodo 16:4 Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: He aquí, haré llover pan del cielo para vosotros; y el pueblo saldrá y recogerá diariamente la porción de cada día, para ponerlos a prueba si andan o no en mi ley.

Promesa: “…haré llover pan del cielo…”
Mandato: “…el pueblo saldrá y recogerá diariamente la porción de cada día…”
Razón: “…para ponerlos a prueba si andan o no en mi ley”.

Dios quiere que Su pueblo:
a. Observe la condición de su corazón.
b. Conozca Su camino y Su fidelidad.

En Mara fue con el agua y ahora con “pan del cielo” que les ayudó a calmar sus necesidades pero también los probó para que se dieran cuenta y nosotros también, que no es difícil tener las bendiciones de Dios, pero que debemos calificar para entrar a la Canaán celestial. El Maná satisfizo sus necesidades, pero quedó la necesidad del corazón sin ser satisfecha, no por el “pan del cielo” sino por la condición lamentable de ese corazón, condición que Dios quiere cambiar para que Su pueblo, aprendamos que la vida en el Espíritu es dar, dar y seguir dando, contrario a lo que el mundo cree, que es atesorar, atesorar y seguir atesorando.

El maná tomado con avaricia, se convertía en podredumbre por los gusanos y olía mal. Dios quiso y quiere que aprendamos que su bendición es suficiente y que cuando nos abunda, debemos compartir con quien está escaso. Con Dios siempre hay lo suficiente y fresco todas las mañanas.

EL PRINCIPIO DEL NUEVO TESTAMENTO ES... DAR Y COMPARTIR.
2Corintios 8:14-15 en el momento actual vuestra abundancia suple la necesidad de ellos, para que también la abundancia de ellos supla vuestra necesidad, de modo que haya igualdad. Como está escrito: EL QUE recogió MUCHO, NO TUVO DEMASIADO; Y EL QUE recogió POCO, NO TUVO ESCASEZ.

  Dios quiere llevar a Su pueblo a este punto. Que el pueblo aprenda a usar lo que Dios ha provisto para sus necesidades diarias y para hacer que el sobrante esté disponible para los que tienen necesidad. Ese es el pueblo que Dios quiere y por ello nos conduce por caminos donde tendremos “desiertos” para que como le dijo Juan el Bautista del Señor Jesucristo… “Es necesario que Él crezca y que yo disminuya” Juan 3:30
Si somos discípulos del Señor, debemos estar preparados para ABANDONARLO TODO. Y esto ha de suceder no porque algún líder espiritual lo ordene sino porque han descubierto que Hechos_20:35 En todo os mostré que así, trabajando, debéis ayudar a los débiles, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: "Más bienaventurado es dar que recibir."

EL TRABAJO O LAS OBRAS

 EL TRABAJO O LAS OBRAS
SALVADOR CORTÉS PEDRAZA

                    Todo el mundo sabe lo que significa la palabra trabajo y muchos creen que el trabajo es la obra, pero no es así. El trabajo, es el esfuerzo realizado para lograr la obra. Siendo esto así, es muy importante la manera de planificar nuestro trabajo. Por lo general, ecepto raras excepciones, el resultado de la obra es consecuencia del trabajo realizado. Algunos llegaron a concluir que no era necesaria una preparación previa para realizar ciertos trabajos, pero nada más lejos de la verdad. Los que solemos a diario repasar las Escrituras sabemos que el Señor, a través de ella, nos exhorta a estar preparados y si bien esto no nos empuja a obtener una carrera universitaria, sí, a estar perfectamente ilustrados en el conocimiento de Dios, pues a Él nunca lo podremos apartar de nuestro trabajo. Basta hablar con un ignorante de Dios para saber que este, a menos que se preparase, jamás podría ser un vocero de Dios. Algunos, bastante después de haber declarado obedecer al Señor y de haberse bautizado, aún no se habían dado cuenta de que su misión era la de predicar el evangelio de la salvación, y preguntaban extrañados ¿Pero yo he de salir a predicar? En fin, es sólo un ejemplo, porque hay más.

2:14 Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?

Sabemos que el que no tiene fe no puede salvarse. Pero muchos se quedan ahí, incapaces de seguir adelante; es como un miedo a nombrar las obras, porque estas no anulan la gracia; es más, es imposible la fe sin obras, por eso el apóstol Santiago, la llama “fe muerta”. Pero… ¿es fe salvadora la fe muerta? Mi respuesta es contundente: Dios no es un payaso, no juega con los seres humanos, de manera que los que queramos ser salvos habremos de procurar que nuestra fe  sea una fe viva. Naturalmente que no valen las obras sin la fe, pues hasta el diablo las hace, pero la fe sin obras, si lo analizamos profundamente, es peor que las obras sin fe, ya que la ausencia de fe se puede deber a múltiples motivos, y la fe sin obras, solo a uno; a falsedad.

El Señor Jesús, pudo no haber hecho nada, sin embargo nos dejo todo un ejemplo y el ejemplo que dio, le sirvió para base a sus palabras. Los hombres no entendemos de otra manera. Los hombres están cansados de que se les diga que hay que ser buenos
2:15 Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 2:16 y alguno de vosotros les dice: id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?
Si alguna vez veis esto que dice nuestro hermano Santiago, ocurrir en vosotros, arrepentíos rápidamente, porque el que tal cosa haga, comete un pecado terrible. Y si te preguntas: ¿Tengo yo, acaso la responsabilidad de dar abrigo a mi hermano? La respuesta es, sí. Y no solo a tu hermano, sino a tu prójimo. Muchos fueron a Cristo buscando sensaciones: a veces hasta sabiendo que es arriesgado en determinados lugares y momentos, pero creen necesitar eso y eso hacen, pero ya lo ven de otra forma cuando se dan cuenta que hay muchos que le necesitan a él. Otros, en vista de lo visto en tantas ocasiones desconfían de este tipo moderno de ayudas globalizadas. Hay datos en la palabra de Dios acerca de que muchos vendían lo que tenían y lo ponían a los pies de los apóstoles, pero aún eso es necesario analizarlo bien. Porque yo no digo que si ves a un hermano que necesita abrigo, no les des el abrigo, pero según están hoy las cosas, a menos que se trate de un hombre sin hijos, sin esposa, sin padres. Quizá solo pueda darle el abrigo, pero nunca vender todo lo que tiene, y sencillamente, creo que el Señor Jesús nunca nos dictó esa norma. Hoy el que tal cosa haga, teniendo familia, se transformaría en una gran piedra de tropiezo, para aquellos que estuvieran dudando en si aceptar a Cristo o no. Aquí no se trata de eso, mucho menos después de haber visto tanto engaño; aquí se trata de ser generoso en la justa medida. El hombre generoso siempre encuentra la ocasión de serlo, pero ha de ser la voluntad la base de su generosidad y no otra cosa. Un ejemplo de lo que digo sería: tengo una casa y dos hijos y cuatro nietos. Si vendo mi casa y doy el dinero me quedo en la calle, pero es que, parte de esa casa es de mis hijos, que ni siquiera son creyentes y hasta mis nietos sufrirían mi despropósito. Creo que no me lo perdonarían nunca. Pero eso no quita que mi vida esté llena de muestras de generosidad. El Señor Jesús nos quiso dar un ejemplo de que no había que tener tanto apego a las riquezas, pero solo a uno le dijo: vende lo que tienes, dáselo a los pobres y sígueme, solo a uno. Más importante sería para el cristiano que procurara que todo lo que tiene sea de buena procedencia, o sea ganado honradamente, sin haber echado mano a ningún tipo de engaño para conseguirlo, pues es sabido que las necesidades de unos, la mayoría de las veces, se deben a los engaños de otros; que muchas veces, se han bendecido desde los púlpitos.     
2:17 Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma.
Y muchos dicen que aceptando a Cristo como su Salvador, no han de hacer nada más; con lo cual, se quedan parados, y hablé con muchos que alegan que Cristo ya perdonó sus pecados; incluso los que haya de cometer y se quedan tan panchos, y así vemos a miles de “cristianos” que cruzan las fronteras de España y se viene a practicar lo que se ha dado en llamar: turismo de sexo. Y los que los reciben son “cristianos”, y todos ellos piensan que, o  porque fuero cubiertos por la gracia o porque después les dirán unas cuantas  misas, irán, como nosotros, a la gloria. Algunos ni siquiera creen que la gloria exista. Luego el domingo les ves en las misas o en los cultos, para después volver a lo mismo. Nos encontramos con el estado llamado el centro del protestantismo; Suiza: para todos, paraíso fiscal. Paraíso fiscal es sinónimo a cueva de ladrones. Allí está la razón del hambre de muchos países. En España se descomulgaron a muchos, en el tiempo que muchos comulgaban, sin embargo, nunca se descomulgó a un especulador corrupto, a la actriz que enseñaba el pecho y la nalga, sí, o al que se salía del tiesto; como se suele decir, pero nada más, las iglesias han sido generosas sin medida en inmerecidas bendiciones. Y todo eso son obras, pero malas.

2:19 Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.
Aquí lo tenemos muy claro: Creer en Dios no es suficiente. Es necesario obedecer a Dios. Esto nos abre un extenso abanico de ineludibles obras. Imposible poder evitar sentirnos volcados hacia los que nos necesitan de una manera o de otra, porque hemos de saber que,  es más importante evitar, si podemos, que los demás tengan necesidades, que propiciárselas y después aparentar ayudarles. Esto lo digo, para los que deseen ser cristianos de verdad. 
2:21 ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?
Y, qué obra. El Señor le pidió a Abraham una cosa tremenda, una locura, para un padre que solo tenía un hijo; como si hubiera tenido más; matar a un hijo es un acto execrable. Solo una persona con el cerebro enfermo de locura, puede obedecer tal mandato hoy. Pero Abraham confió en Dios, porque uno de los pilares del amor para el hombre, es la confianza, y ésta, a la vez, de la obediencia. De tal manera que la obediencia es el único pilar que nos sostiene a Dios. Han sido siglos los empleados en debatir si gracia o si obras, pero ya es momento de rendirnos a obedecer. La conclusión de los tiempos no está lejos, pues todas las señales del tiempo, están ante nuestros ojos.

2:22 ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?
     Es evidente que muchos, alejados de Dios, hacen buenas obras, ¿creéis que no le serán contadas? Nosotros hacemos las obras en obediencia a Dios para nuestra edificación espiritual, y también para la edificación de la Iglesia, por medio del testimonio que damos. Pero hemos de entender que las obras solo no bastan, pues sin obras no hay obediencia, ni testimonio, ni crecimiento y sin esto, nadie se salvará. Quítesenos de la cabeza de que obras solo son ayudas a los demás. Obras son decir la verdad, obra es amar a Dios, obra es mantener una comunión fraternal con los hermanos, obra es amar a tu prójimo, obra es crecer en el conocimiento de Dios. Obra es cumplir la ley. Obra es predicar a Cristo y todas estas cosas son se mucha más trasparencia.
2:25 Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino?
¿Veis? Una ramera, mujer pecadora hizo una obra buena a los ojos de Dios y por ello fue justificada. Pero nosotros sabemos que ser justificados por Dios, por algunos actos no nos hace salvos, como tampoco podemos decir que la persona que haya cometido algún tipo de pecado, va a ser condenada sin más, pues entonces no sería necesario el juicio, donde los abogados están para abogar por los acusados, y sabemos que Abogado tenemos, tanto para acusarnos como para defendernos.     

2:26 Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta.
        La muerte es lo contrario a la vida, de manera que todo aquel que esté como muerto en la realización de las obras que fundamenta la obediencia a Dios, está próximo a heder. Es un cadáver, para Dios; que puede resucitar, sí, pero mientras tal cosa no ocurra, está muerto para Dios. Muchos escudriñaron las Escrituras, tal como Dios nos ordena, pero muchos se equivocaron en sus interpretaciones, porque o estas sacaron a la luz normas  que  fueron demasiado  duras para su cumplimiento; y por tanto, causa de dolor e injusticias innecesarias a todas luces, o,  demasiado exculpatorias, llegándose con ambas, a la locura que hoy vemos. Muchas prostitutas fueron atravesadas con la cruz y homosexuales y brujas y herejes, cuando el verdadero cristiano, solo debe decirles: Iros y no pequéis más, porque yo no te condeno.  Y existen muchos predicadores que todos estos errores, los pasan por alto, para no inquietar a los oyentes y nadie se atreve a decirle al rey que cuando traspasa el umbral del Reino, de la Iglesia, ya no es rey, sino uno más, porque tenemos otro Rey. Sin embargo, permitimos que se crean en el derecho de estar en los lugares preferentes y la mayoría de las veces, se prohíbe la entrada a muchos, que no se tienen como dignos, con lo cual se olvidan de aquello de la accesión de personas. Esto lo leen todos los que lo leen, y los que se tienen por más, se ríen de las ocurrencias de Jesús, y se glorían de todos los que desobedecen a Jesús, brindándoles los primeros puestos. Otros muchos dicen: Si lo hacen estos que dirigen las iglesias. Pues yo os digo que ser rey y entrar en la iglesia y sentarse entre los demás; pobres, quizá  ramera, es una brillante obra. Y lo del rey es solo un ejemplo, para todos aquellos que siendo o sintiéndose cristianos, se sienten reyes.                                                
          Pero si a los que están arriba o en eminencia, les hemos de alentar a la humildad, esto, no crean los que se sientan abajo, que no va con ellos de la misma manera, aquí no se escapa nadie. Los mandamientos de Dios, son para todos, incluidos los que no son de Dios, pues el juicio será para todos.

          Las obras, de ninguna manera pueden hacerse cumplir, pues éstas, carecerían de valor ante Dios. Serían obras vanas. Esto, no se entendió por causa de la maldad, obligando a las personas a todo tipo de obras que no deseaban hacer. Y si, desde el punto de vista de los gobernantes, para los cristianos, lo que esta mandado hay que hacerlo, siempre que no contradiga lo ordenado por Dios, lo que está ordenado por Dios, nadie puede obligarnos a cumplirlo, si no es ese nuestro deseo, pues sería en vano para el cumplidor y condenación para el impositor.  

DESPRECIADOS1

DESPRECIADOS1

La primera pregunta que nos debemos hacer es la siguiente:
* ¿Qué rechaza realmente la gente?
* ¿A quién rechaza la gente?
Debido a lo que predicamos, a lo que profetizamos, ( Lo que Dios nos dice a través de su Palabra) a mucha gente y en muchos lugares, es de esperar que mucha gente sean influenciadas y removidas por nuestros mensajes, pero solo una palabra describe la respuesta de ellos: ¡Rechazo! Y yo les pediría a los hermanos americanos, tanto del sur como del norte y centro, que tengan en cuenta que España es un estado especial. Aquí el rechazo es superlativo. Es un rechazo casi natural, porque la gente, por muchos años, no ha conocido más que lo que les han dicho y todo ha sido en contra de la reforma de alguna manera. Religiosamente son la mayoría analfabetos si en la verdad (la Biblia) nos basamos. Nadie sabe nada y lo que saben está amasado con tantas otras cosas, ajenas a la verdad, que viene a ser peor que si nada supiesen. Políticamente, tampoco, porque aprendieron que, por ninguno de los dos aspectos, debían interesarse.  No creáis que los cristianos somos apedreados cada día aquí; la situación es mucho peor: ni siquiera se nos tiene en cuenta en apariencia. Lo mismo ocurre con la iglesia católica que, si no fuera por las necesidades que los creyentes tienen las cuales les son satisfechas por la iglesia, a saber quién entraría en ella. Bodas, cada vez menos, bautizos, comuniones, misas de difunto, fiestas, romerías, procesiones, etc. Estas son las cosas que atrae a la gente a la iglesia. Y los “protestantes” son vistos por los que están en eminencia como gente peligrosa que son vapuleado desde los púlpitos. No estaría mal que se volviesen a evangelizar algunos países que fueron destacados en cuanto a la fe. Pero sigamos adelante con el tema.
Mirad, hermanos, el profeta Jeremías era oriundo de Anatot, sin embargo, como vemos en el capítulo 11: versículo 21, sabemos que los habitantes de aquel lugar buscaban matarle. Jer. 11:21 “Por tanto, así ha dicho Jehová acerca de los hombres de Anatot que buscan tu vida, diciendo: «No profetices en nombre de Jehová, para que no mueras a nuestras manos”. Pregunto: ¿Qué respuesta recibimos de parte de nuestros vecinos? ¿Alguna vez hemos sentido un rechazo parecido de los que nos oyen? Seguramente no, pero esto es solo porque no se dan las circunstancias. El ser rechazado para Jeremías fue solo el principio, el comienzo de sus dolores. Aunque estemos rodeados de gente que creemos nuestros amigos, solo alguno de ellos llegará a serlo realmente. En Jeremías 20: 10, el profeta se refiere a estos hombres de una forma satírica: “He oído lo que muchos murmuran: « ¡Terror por todas partes! ¡Denunciadlo, denunciémoslo!» Todos mis amigos esperaban que claudicara.
Decían: «¡Quizá se engañe, y prevaleceremos contra él y tomaremos de él nuestra venganza!” Jeremías sabe que sus enemigos están conspirando contra él. Hasta le parecía oírlos instándose a hacerlo. Igual que nos ocurre a nosotros. Creemos oír a unos u a otros lanzar sus acusaciones contra nosotros o contra los demás. Sería lamentable que esto lo exagerásemos. Jeremías lo sentía hasta de sus mejores amigos “Todos los hombres de mi paz”, aquellos que saludaba cada día, con saludos de paz—creemos que ellos están vigilando cada uno de nuestros movimientos, como esperando que demos un paso en falso para acusarnos. Esta desconfianza nunca es buena. Creemos que ellos piensan que, de alguna forma, podemos ser seducidos a cometer errores y creemos que no se van a detener ante nada. Creemos que están sedientos de daño contra nosotros, que somos unos entrometidos, que venimos a demostrar que están en el error y lo más terrible; en condenación. Y a veces nosotros de tenemos prohibido condenar en eso erramos en un intento  desafortunado de parecer mejores que ellos.
¿No le recuerda esto lo que Jesús enfrentó? Veamos un texto que ilustra lo que decimos:
Lo encontramos en Mateo 22:15—46
“Entonces se fueron los fariseos y consultaron cómo sorprenderlo en alguna palabra. 16 Y le enviaron sus discípulos junto con los herodianos, diciendo: —Maestro, sabemos que eres amante de la verdad y que enseñas con verdad el camino de Dios, y no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres. 17 Dinos, pues, qué te parece: ¿Está permitido dar tributo a César, o no? Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo: —¿Por qué me tentáis, hipócritas? Mostradme la moneda del tributo.
Ellos le presentaron un denario. 20 Entonces les preguntó: —¿De quién es esta imagen y la inscripción? Le dijeron: —De César.
Y les dijo: —Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.
Al oír esto se maravillaron, y dejándolo, se fueron.
La pregunta sobre la resurrección
Aquel día se acercaron a él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo: —Maestro, Moisés dijo: “Si alguien muere sin hijos, su hermano se casará con su mujer y levantará descendencia a su hermano.” Hubo, pues, entre nosotros siete hermanos: el primero se casó y, como murió sin dejar descendencia, dejó su mujer a su hermano. De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta el séptimo Después de todos murió también la mujer. En la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete será ella mujer, ya que todos la tuvieron? Entonces respondiendo Jesús, les dijo: —Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios, pues en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo. Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando afirmó: “Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. Al oír esto, la gente se admiraba de su doctrina.
Entonces los fariseos, cuando oyeron que había hecho callar a los saduceos, se reunieron. Y uno de ellos, intérprete de la Ley, preguntó para tentarlo, diciendo: —Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la Ley?
Jesús le dijo: —“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente.” Éste es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas.
¿De quién es hijo el Cristo? Estando reunidos los fariseos, Jesús les preguntó, diciendo: — ¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo?
Le dijeron: —De David.
Él les dijo: — ¿Cómo, pues, David, en el Espíritu lo llama Señor, diciendo: “Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”? Pues si David lo llama Señor, ¿cómo es su hijo?
Y nadie le podía responder palabra; ni se atrevió ninguno a preguntarle más desde aquel día.
Los peligros de Jeremías trascendían a sus vecinos y amigos, lo mismo que los de Jesús y lo mismo que los nuestros. Dios informó a Jeremías de su propia familia que se levantarían contra él. Jesús nos dice lo mismo a nosotros. El Señor le advirtió diciéndole que aún si hablaban bien de él, no les creyera; exactamente igual nos dice Jesús a nosotros. Realmente es trágico que nuestros enemigos sean los de nuestra propia casa. Sin embargo, ¿lo sentimos así?
Mateo 10: 34—36. »No penséis que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz, sino espada, porque he venido a poner en enemistad al hombre contra su padre, a la
hija contra su madre y a la nuera contra su suegra. Así que los enemigos del hombre serán los de su casa. Algunos, por estas palabras de Jesús, nos tachan de insociables, pero debemos guardarnos de que esto sea manifiesto. No estamos destinados a contender contra nuestros familiares, ni vecinos, ni amigos; solo por la verdad, pero contra nadie, sino contra la mentira. Es la mentira la que ha de ser confrontada por la verdad y debemos hacerlo de tal manera que nadie se sienta despreciado por nosotros, ni condenado por nosotros, sino por la verdad. Juan 12:46: Yo, a luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. Juan 3:17: Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él.
Podemos ver también, Lucas 12:1—3. —Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía, 2 porque nada hay encubierto que no haya de descubrirse, ni oculto que no haya de saberse. 3 Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en las azoteas.
La Palabra nos alienta para que seamos verídicos y nos exhorta a tener valor y confianza: Lc. 12: 4—7. “Os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, pero después nada más pueden hacer. 5 Os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que, después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno. Sí, os digo, a éste temed.6 »¿No se venden cinco pajarillos por dos cuartos? Con todo, ni uno de ellos está olvidado delante de Dios, 7 pues aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; más valéis vosotros que muchos pajarillos.
No tenemos detalle más allá del que Dios reveló a Jeremías, pero cuando no nos atrevamos, ni siquiera a creer lo que nos digan los miembros de nuestra familia, halagándonos en cierta manera, como decía Jeremías: “Todos los hombres de mi paz”. Debemos saber que, no el que realmente ha hecho que sería algo normal, sino con el que pretenden haber hecho. Son días difíciles los que nos esperan. No son pocos los que dejan de predicar. No son pocos los que evitan hacerlo, aunque luego se presenten aparentemente con el trabajo hecho. Muchos con el corazón quebrantado, abandonan sus lazos con el pueblo de Dios. No pueden soportar la presión; y el motivo es solo, porque les acusa su conciencia.
Pero Dios nos dice: Lucas 6:22: Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre.
¡Qué advertencia más misericordiosa; podríamos decir! ¡Es inmenso nuestro Dios!
Los reinados de Joacaz y Joaquín fueron cortos en el tiempo, pero se describen así: “Hicieron lo malo ante los ojos de Dios”. Pero Jeremías seguía predicando a pesar de que estos cuatro reyes no dieron aliento al profeta de Dios 2 Reyes 23: 31—32, 36—37; 24:8—9, 18:20. Después de Josías, El único rey que se portó como un verdadero líder, fue
Joacim. Después dejándose llevar por la terquedad y el egoísmo equivocó su liderazgo. Hermanos, no nos vamos a parar en esto por más tiempo y vamos a seguir adelante.
Después de haber visto que Jeremías, a pesar de ser un hombre de Dios también le despreció los gobernantes de su época. Jeremías pudo ser quebrantado por Joacím y Sedequías por los problemas que con ellos tuvo; pero no lo fue.
Cuando pensamos en nuestras relaciones, muchas veces sufrimos, pues no nos parecen las adecuadas las que mantenemos. Pero Jeremías también fue despreciado por los demás profetas y sacerdotes del pueblo. Nosotros creemos que ninguna relación debería ser más estrecha que la “La comunión fraternal entre los cristianos”. Esta relación espiritual ha sido comparada con la de una perfecta familia: Isaías 43:3—7. Porque yo, Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador; a Egipto he dado por tu rescate, a Etiopía y a Seba a cambio de ti. Porque a mis ojos eres de gran estima, eres honorable y yo te he amado; daré, pues, hombres a cambio de ti y naciones a cambio de tu vida. No temas, porque yo estoy contigo; del oriente traeré tu descendencia y del occidente te recogeré.
Diré al norte: “¡Da acá!”, y al sur: “¡No los retengas; trae de lejos a mis hijos, y a mis hijas de los confines de la tierra. Bendito sea el Señor. Veamos también Jeremías 31:1 »En aquel tiempo, dice Jehová, yo seré el Dios de todas las familias de Israel y ellas serán mi pueblo». Y Ezequiel 37:27: Estará en medio de ellos mi tabernáculo; yo seré el Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo.
Y en el Nuevo testamento: 2 Corintios 6: 16—18 ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Y vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: «Habitaré y andaré entre ellos; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.» Por lo cual, «Salid de en medio de ellos y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo impuro; y yo os recibiré y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor, Todopoderoso.»
Muchos hemos declarado que estamos más cerca de nuestros hermanos y hermanas, que de nuestras familias. Pero, desgraciadamente, en muchos casos no lo parece. Sin embargo, esta cercanía responde al propósito de Dios.
Ezequiel 11:14—20 Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: «Hijo de hombre, tus hermanos, tus propios hermanos, los hombres de tu parentela y toda la casa de Israel, son aquellos a quienes dijeron los habitantes de Jerusalén: “Alejaos de Jehová; a nosotros es dada la tierra en posesión.” Por tanto, di: “Así ha dicho Jehová, el Señor: Aunque los he arrojado lejos entre las naciones y los he esparcido por las tierras, con todo les seré por un pequeño santuario en las tierras adonde lleguen.” Di, por tanto: “Así ha dicho Jehová, el Señor: Yo os recogeré de los pueblos, os congregaré de las tierras en las cuales estáis esparcidos y os daré la tierra de Israel. Volverán allá, y quitarán de ella todas sus idolatrías y todas sus abominaciones. Y les daré otro corazón y pondré en ellos un nuevo espíritu; quitaré el corazón de piedra de en medio de su carne y les daré un corazón de carne, para que anden en mis ordenanzas y guarden mis decretos y los cumplan, y sean mi pueblo y yo sea su Dios.
El Señor también nos ha prometido recogernos a nosotros; a todos los que permanezcamos fieles. Pero observar que Jeremías, por causa del propósito de Dios para su pueblo debió haber mantenido una rica comunión entre los profetas y sacerdotes; pero, no la tuvo. Y yo os digo, que no hay ruptura más dolorosa en relaciones, que la de aquellos que deberían ofrecer la armonía más celestial, más espiritual. Dios es nuestro Padre y deberíamos poder servirle junto con nuestros hermanos. Jeremías halló más dolor que afinidad entre ellos.
Él siempre fue franco y directo con ellos, desenmascaró la hipocresía de ellos; y le oímos decir: “…desde el profeta hasta el sacerdote, todos hacen engaño”. Él agobiaba el corazón de ellos diciendo: Jeremías 6:13 “…desde el más chico de ellos hasta el más grande, cada uno sigue la avaricia; y desde el profeta hasta el sacerdote, todos son engañadores”. Podemos ver también Jeremías 8:8 y 23: 11
Ya es malo cuando uno tiene que clamar contra la corrupción en su propio país, pero es especialmente desalentador, cuando uno ha de denunciar comportamientos extraños entre nuestros propios hermanos. Y, realmente, esto no se arregla con apartarnos de ellos o alejarnos de alguna manera. Los profetas y sacerdotes debieron estar al lado de Jeremías para defenderle y asistirlo de alguna manera, pero lo que hicieron fue hablar en contra de él ¡Qué dolor debió haber sufrido!
Al final todos rechazaron su mensaje. En el atrio de la Casa de Jehová, donde el aliento y la espiritualidad debíase haberse compartido, El profeta habló a representantes de todas las ciudades de Judá ¿Qué les habló? El tema central fue que Judá oyera la Ley del Señor y anduvieran en ella.
Dios les había amenazado por medio de Jeremías advirtiéndole a este: “No retengas una sola palabra”. Pero ¿Qué ocurrió cuando el pueblo recibió el mensaje de Dios, de castigarlos con oprobio como el de Silo? Sabéis que allí Jehová permitió la muerte de 30.000 hebreos. Mas lo que pasó fue que un grupo se confabuló en Judá contra el predicador de Dios. Los profetas, los sacerdotes y todo el pueblo prendieron a Jeremías, diciendo: “De cierto morirás”. Jeremías 26:8. Él ni murió ese día, pero vio una multitud de su pueblo pedir su muerte. ¿Hemos enfrentado alguna situación así, alguna vez? Debemos considerar la tristeza que encierra esta porción de las Escrituras. Si hablamos de parte de Dios en modo alguno, en casa a los amigos, a las autoridades, a colaboradores en el reino, a la población en general de nuestro país ¿cómo responderíamos si todos nos rechazaran? ¿Nos levantaríamos al día siguiente para servir y hablar nuevamente con ellos? ¿Lo haríamos días tras días, durante un año? ¿Nos mantendríamos haciéndolo por una década? Jeremías lo hizo por más tiempo que este. No debemos permitir que apague nuestro espíritu tal rechazo. No debemos atar nuestros pies, ni acallar nuestro discurso. Debemos evitar que se desvanezca nuestra preocupación por los que pueden perderse. Que el Señor, nuestro Padre, nos bendiga a todos.


LA CONVICCIÓN ES OBRA DEL ESPÍRITU SANTO

LA CONVICCIÓN ES OBRA DEL ESPÍRITU SANTO
Mateo 16:17
Salvador Cortés Pedraza
Algunos creyentes tienen la errónea costumbre de decirse ellos mismos los que convierten a las personas. Y muchas veces, aunque no lo digamos, podemos tener esa percepción interior de creernos los que convertimos a muchos. Pero la conversión real solo es obra del Espíritu Santo. No debemos olvidar, sin embargo, que sí podemos ser tropiezo a dicha conversión. Por tanto debemos estar siempre actuando con cautela para hacerlo todo con el fundamento de Cristo. La confesión de Pedro fue revelada únicamente por Dios. Dios es el único que puede convencer el alma de un hombre y para comenzar a andar en el camino de la salvación la convicción es primordial. La convicción puede conducir al hombre a confiar personalmente en Cristo como Hijo de Dios. Nosotros, los siervos del Señor, debemos enseñar y mostrar a Cristo tal y como Cristo se nos presenta en las Santas Escrituras. Y claro que se nos tiene que ver a nosotros como perfectos atalayas, pero nuestro propio brillo no seducirá a nadie para vida eterna; nosotros solo podemos seducir por un tiempo, por eso, es a Cristo a quien debemos mostrar. En Cristo puede el hombre llegar a confiar para la eternidad.

¿Qué somos nosotros? Solo carne y sangre, por eso no podemos convencer a nadie a confiar en Cristo.

Juan 1:12—13. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.

Por muy elocuentes, cariñosos, carismáticos amistosos que seamos, no podemos convencer a nadie con poder regenerador. Es primordial la regeneración y esta solo es posible si confiamos en Cristo. Podemos decir, que es el hecho de confiar en Cristo, el que nos lleva a la regeneración, que no es otra cosa que la acción potente del Espíritu Santo. 

Juan 16: 8—11. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. 9 De pecado, por cuanto no creen en mí; 10 de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; 11 y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.

Algunos encuentran en este texto una afirmación de Cristo que es considerada contradictoria. “Ya no me veréis más”. Sin embargo la venida de Cristo es anunciada en muchos textos constituyendo nuestra esperanza. ¿Cómo se explica esto? Pues bien. Cristo es conocido en la tierra incluso por los que no creen de una manera que ya no le vamos a ver más, ni siquiera en cuanto a su aspecto y es por eso que Él ya nos avisa acerca del aspecto que tendrá cuando vuelva. Es así como los creyentes debemos recordarlo; con todo poder y gloria, para no caer en la tentación de sentir lástima, compasión y pena por Él. Cuando Cristo vuelva solo los hijos de Dios le reconocerán. Sabemos que muchos habrán ido en pos de cristos falsos que aparecerán sobre la tierra. Pero los hijos de Dios no seremos engañados, sino aquellos que no confiaron en el Cristo verdadero.

Sabemos que el hombre natural, el que no ha sido regenerado por la acción del Espíritu Santo, no puede recibir las cosas del Espíritu de Dios. Él oye, pero no cree, discierne, pero teme perder, no es capaz de valorar las ganancias, porque su vista está enfocada a lo material, a lo terrenal y es preciso ver en lo celestial. El Espíritu Santo limpia nuestros ojos y nos permite ver las pérdidas y las ganancias reales. Es entonces cuando nos entregamos a ser regenerados.   

 1 Corintios 2:12—14.  Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, 13 lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. 14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.

Cristo es del cielo y de Dios; es celestial. Dios es Espíritu y quienes les adoran tienen que adorarle en espíritu y en verdad. ¿Qué es adorar en espíritu? Cuando adoramos imágenes de escayola, metal, madera, oro, plata o cualquier  otro material estamos adorando la materia terrenal. Sin entrar en la prohibición de Dios explícita sobre la adoración a las imágenes, esto no puede ser una adoración espiritual, sino terrenal; es adoración de la carne a la materia. Tampoco puede ser adoración en verdad, porque no es verdad lo que se adora, es materia muerta. La verdadera adoración es llevada a cabo por el espíritu del hombre regenerado al Espíritu de Dios que es la Verdad.

Juan 4:23—24. Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. 24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.

El hombre no puede conocer a Dios de manera personal mediante sabiduría natural o estudios. Esto no puede estar más claro; el hombre no puede recrearse así mismo. Si necesita nacer de nuevo, es decir, regenerarse, necesita ser recreado por Alguien ajeno a él mismo. Debe ser recreado por Dios. Sí, mis hermanos, cuando anhelamos ver las virtudes de Dios, es cuando las vemos y recibimos la benignidad de Dios en todos sus aspectos y nos entregamos a ser regenerados.

Muchos hombres pretenden vivificarse así mismos, pero no pueden si Dios no media. Quizás puedan colocarse en una situación  de sensaciones emocionantes, pero se les pasará y quedarán en peor situación que antes. Sin embargo cuando una persona es regenerada por el Espíritu Santo su gozo es perdurable y eterno.

Nadie os engañe: el hombre no puede ni vivificarse ni regenerarse ni redimirse ni infundirse vida eterna; solo Dios tiene ese poder. Pero sabed que la regeneración no se basa en cambiar algunas cosas en nuestra vida, sino darlo todo por basura y agarrarse fuertemente al consejo de Dios ansiando con todo el corazón convertirnos en sal de la tierra y luz del mundo, como es el deseo de nuestro Señor Jesucristo.

Efesios 2:8—9. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe.

Tito 3: 4—7.  Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, 5 nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, 6 el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, 7 para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.

El hombre natural, es decir, el que nada apartado de Dios, ha sido apartado de lo espiritual y lo ha apartado su orgullo, su poder, su fama, su riqueza y gloria. Al hombre le ha ayudado a apartarse de Dios los prejuicios de la educación imperantes, la filosofía del humanismo, las limitaciones de la metodología  científica, y los resultados materialistas de la tecnología. También ejerce en él la fuerza de la incredulidad, la falta de valor para oponerse a la multitud que le hace disponer su ego y sus posesiones  a la multitud enloquecida en vez de a Cristo. El hombre natural se deja dominar por la carne, la lujuria de los ojos, la estimulación del contacto, las sensaciones de experimentos nuevos y la consumación del placer. Son los engaños de Satanás que, conociendo los deseos del corazón natural les muestra lo malo endulzado de tal manera que sea visto bueno.

El corazón natural necesita buscar a Dios en la persona de Cristo, su Hijo, porque…

1 Juan 5:1. Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él.

                                                 Que la gracia del Señor Jesucristo sea con todos nosotros


                                                                                              18 de febrero del  2018 

JESÚS VICTORIOSO EN TODO

JESÚS VICTORIOSO EN TODO
Mateo 4. 1—11
Salvador Cortés Pedraza
1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. 2 Después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, sintió hambre. 3 Se le acercó el tentador y le dijo:
—Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.
4 Él respondió y dijo:
—Escrito está: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.”
5 Entonces el diablo lo llevó a la santa ciudad, lo puso sobre el pináculo del Templo 6 y le dijo:
—Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, pues escrito está: “A sus ángeles mandará acerca de ti”, y “En sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra.”
7 Jesús le dijo:
—Escrito está también: “No tentarás al Señor tu Dios.”
8 Otra vez lo llevó el diablo a un monte muy alto y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, 9 y le dijo: —Todo esto te daré, si postrado me adoras.
10 Entonces Jesús le dijo: —Vete, Satanás, porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás y sólo a él servirás.”   11 El diablo entonces lo dejó, y vinieron ángeles y lo servían.
COMENTARIO
Jesús fue tentado, pero ¿cuándo? Es muy interesante observar que Jesús fue tentado un poco después de bautizarse y justamente antes de lanzar su ministerio. Había un  motivo primordial.

Jesucristo  estaba por lanzar su ministerio; un ministerio increíble que determinaría el destino eterno de cada persona que había vivido o que viviría. El peso de su importancia, la necesidad de la preparación personal, y la necesidad de tener el plan correcto lo presionaba.

Jesucristo tenía que estar preparado, como cada uno de nosotros, Él debía estar preparado física, mental y espiritualmente

¿Cómo podía preparase así mismo?  Había una sola forma: estar a solas con Dios y sujetarse a Él; tenía que lograr un control completo sobre su cuerpo y Espíritu. Tenía que apartarse totalmente del mundo, sin salir del mundo.

Es esto lo que Jesús hizo. Fue “llevado por el Espíritu” a apartarse de toda comida y de toda otra cosa.

Durante cuarenta días Jesús estuvo a solas con Dios. Su actitud era totalmente honesta e intensa en cuanto al ministerio que acababa de comenzar. ¡Qué ejemplo más clarificador!

Jesús oró; pensó; meditó en el consejo de Dios. Jesús planificó. Era una misión tan importante la que tenía delante que toda la presión y el trabajo y peso de la misma presionaban intensamente sobre Él.

A veces pensamos que tenemos mucha tensión, pero cuán lejos estamos de padecer los padecimientos de Cristo.

Hebreos 5. 8. Y, aunque era Hijo, a través del sufrimiento aprendió lo que es la obediencia.

Ya estaba Cristo preparado; durante cuarenta días con sus noches había estado preparándose concienzudamente ya solo le faltaba una cosa, un paso, para estar especialmente preparado. Debía vencer las tentaciones.

Jesús ayunó y entonces fue tentado en el desierto. Cuando una persona está careciendo de pan, cuando está en verdadera necesidad, está soportando y venciendo la tentación que apela a los deseos de la carne, la carne le pide alimento, pero el tentado, resiste.

Luego es llevado a la alta montaña (v.8) y Jesús es tentado de nuevo. Allí fue la tentación que apela a la avaricia de los ojos. Todo lo que veía Jesús lo podía obtener según el tentador. Pero Jesús estaba preparado para vencer cualquier tentación.

Aún está, no fue la última tentación de Cristo. Satanás le volvió a tentar por medio de Pedro, cuando éste quiso alejarlo de la cruz. Jesús reveló lo que había detrás de la aparente preocupación de Pedro: “apártate de mí Satanás” Mt. 16:23

También Jesús felicitó  a sus discípulos cuando les dijo: “Pero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo  en mis pruebas”. Lc. 22:28.

Jesús pasó por las tentaciones más severas cuando estaba  en el huerto de Getsemaní. Fue allí donde Satanás hizo un gran esfuerzo por alejar a Jesús dela Cruz. Refiriéndose a la experiencia de Jesús en Getsemaní, la Escrituras le dice a los creyentes: “porque aún no habéis  resistido hasta la sangre, combatiendo  contra el pecado”. He. 12.4, Lc. 22:44.

Debemos observar cómo Jesús, siendo quien era, aprendió obediencia.
Hebreos 5.8.  Y, aunque era Hijo, a través del sufrimiento aprendió lo que es la obediencia.

A través del sufrimiento

2 Co. 5:21. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros seamos justicia de Dios en él.

Estas pruebas de Jesús nos deben dar confianza. Hebreos 4.15—16. No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.