EL JUZGAR A LOS DEMÁS
Mateo 7:1—6
Salvador Cortés Pedraza
1No juzguéis, para
que no seáis juzgados.
Muchos de los que nos dedicamos a predicar la Palabra
de Dios, no llegamos a comprender el verdadero alcance de estas palabras de
Jesús. A veces en nuestros intentos de combatir el pecado recurrimos a la
crítica hacia los pecadores y deberíamos mirar si esto no nos mete de lleno en
el pecado. Vemos que Cristo no tiene miramientos con los que critican y les
dice.
1.
No
juzguen, no critiquen v. 1
2.
El
que critique será juzgado por ello v.
3.
El
que critica no se examina así mismo v. 3
4.
El
que critica se engaña así mismo v. 4
5.
El
que critica es un hipócrita v. 5
6.
El
que critica no merece el Evangelio. v. 6
¿Cómo afrontar el tema sin caer en la crítica?
Esto es posible si nosotros, como la Palabra dice,
vamos contra el mismo pecado y no contra el pecador. Muchas veces nos parece
que señalando al pecador vamos a tener más éxito que si lo hacemos señalando el
pecado. Pero Jesús dice que los que critican a los demás serán juzgados por
todos estos pecados, y lo hace de una forma enfática, tan enfática que se vale
de ilustraciones deseando que todos lo entendiesen perfectamente. Jesús
contundentemente expone la verdad acerca de los que critican, algo que a
nosotros nos parece corriente en muchos casos, sobre todo, cuando las críticas
son hacia los demás. Pero según las
palabras de Jesús el que critica tendrá que dar cuenta por su…
· Inconsistencia. (v. 2)
· Auto-justificación (v. 3)
· Ceguera espiritual y auto-engaño (v. 3)
· Ausencia de caridad y amor. (v. 4)
· Hipocresía (v. 5)
· Abuso del Evangelio (v. 6)
2 Porque
con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís,
os será medido.
Jesús nos habla de juicio y de medida. Los juicios que
conocemos son ellos muy diferentes entre sí;
hay juicios que se hacen para conocer la verdad y aplicar justicia y los
hay que se hacen con intención preferente de condenar, lo que son llamados
juicios sin misericordia y mucha malignidad. Los que actúen así, así serán juzgados.
En cuanto a la medida, esto
se refiere a la proporción de amor que pongamos al juzgar. No es lo mismo
juzgar con amor, que hacerlo con odio, aunque las dos maneras nos estén
vetadas.
3 ¿Y por qué miras la paja que
está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio
ojo? 4 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la
viga en el ojo tuyo? 5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y
entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.
La vida del cristiano debe ser una vida de constante
perfeccionamiento y nunca darnos por satisfechos. Es entonces cuando no nos
vamos a dedicar a criticar a los demás. Más cuando nos sentimos perfectamente
aprobados es cuando comenzamos a no vernos pecadores y a mirar la paja del ojo
ajeno
6 No
deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no
sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.
Para algunos la predicación del Evangelio es locura.
Algunas personas son insensibles, dadas a censurar, cínicas y orgullosas. Sus
mentes están cerradas y “se conforman al siglo”. Estos ridiculizan y desprecian
muchas veces de manera solapada. Estos se vuelven más y más antagonistas. Todo
parece indicar que son incapaces de recibir la verdad y laboran con la suya
propia. Cristo está diciendo que, con estas personas, no se debe compartir el
Evangelio para que no nos despedacen al volverse contra nosotros. Cuando el
creyente critica o comete otra clase de pecado el evangelio que presenta se ve
oscuro, opaco y desagradable. Pero el Santo Evangelio, debe ser dulce, cálido y
esperanzador, para los seres humanos. Es necesario seguir al Espíritu de Dios
para conocer a los hombres. Nos tropezaremos con muchos que seguramente no permitirán
que les hablemos de Cristo, pero no podrán evitar que lo mostremos en nosotros
mismos.
Oremos al Señor: Amado Padre. Tú que eres
misericordioso y clemente; Dios de amor. No desvíes tu mirada y guíanos por el
camino de la verdad y de la vida. Examínanos Señor, para que podamos ser
castigados por ti Dios justo. No nos dejes caminar a nuestro albedrío porque,
realmente, nada confiamos en nosotros mismos. Tú, Señor, que todo lo puedes, no
nos dejes permanecer inactivos y capacítanos para que podamos cumplir esta
Santa Misión que Tú nos has encomendado. Que nunca olvidemos que Tu precioso
Hijo subió a la cruz por nuestros
pecados, para que en la cruz pudiésemos dejarlos y vivir cubiertos por tu
gracia. Que no seamos simplemente oidores de tu Palabra, sino que nos sintamos
comprometidos hacia todos los hombres que puedan oírla. Padre, bendícenos para
ser dignos de ti. Ponemos este ruego en las preciosas manos de tu Hijo, nuestro
Señor Jesucristo.