EL DEBER DE TRABAJAR
2 Tesalonicenses 3:6—15.
Salvador Cortés Pedraza
6 Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre
de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande
desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros.
Este versículo es preciso analizarlo a fondo. Parece
dar a entender de alguna manera que este pensamiento que circula por las
congregaciones cristianas acerca de quién nos puede ordenar o no con respecto a
la doctrina, la mayoría de las veces, está errado. Sabemos que la única autoridad que existe en
la Iglesia del Señor es la Palabra o la Verdad, que son la misma cosa. Sin la
palabra nadie ose decirnos nada, pretendiendo acatamiento por nuestra parte;
esto es cierto. Pero con la Palabra, el más humilde de los creyentes tiene
autoridad para ordenar al hermano. Pero yo quiero ir más lejos en este asunto:
Una persona de la congregación que fuere, si ordena con el fundamento de la
Palabra de Dios, hay que tenerla por autoridad; hay que obedecerla en lo que ordena.
Aún quiero ir más lejos: Cualquier persona que no siendo creyente, nos ordena
algo, nos aconseja, nos recrimina, nos enseña que es de Dios, tenemos la
obligación de aceptarlo y cumplirlo. Porque en todo caso, no obedecemos la
voluntad del hermano, amigo o superior, sino la de Dios. Pablo habla a los
tesalonicenses y les dice: “os ordeno…”. ¿Quién aceptaría algo semejante de un
hermanito de otra congregación? Por eso, no nos vale leer y releer los
versículos de la Biblia si no vamos a entender realmente lo que nos dice y cómo
nos lo dice; siempre tendremos los mismos problemas. La orden es, en este caso,
apartarse de todo hermano que ande desordenadamente. ¿Qué quiere decir esto?
¿De qué debemos apartarnos? ¿Quizás de la persona? ¿No tendríamos que salirnos
del mundo si así fuera?
7 Porque vosotros mismos
sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos
desordenadamente entre vosotros,
Pablo está puntualizando que cuando estuvieron en
Tesalónica, lo hicieron ordenadamente, según lo que agrada al Señor. Habían
estado dando ejemplo como ministros del Señor, siguiendo al pie de la letra lo
que el Señor ordena, por eso se sentían con autoridad para poder ordenarles a
ellos, aunque no eran de Tesalónica, sino visitantes. Pero no hay extraños en
la iglesia del Señor. Ellos, no estaban siendo ordenados, según las palabras de
Pablo, sin embargo, Pablo iba a ellos nuevamente, es decir, Pablo no se apartó
de ellos, sino de sus pecados o desórdenes. Pablo esperaba de ellos una
rectificación, pero Pablo sabía que incluso para una rectificación, el hijo de
Dios debe acompañar a las personas así como Dios nos acompaña cada día
ayudándonos en nuestras debilidades ¿Qué haríamos sin Él, si nos hallásemos en
semejantes circunstancias? A veces los hermanos abandonan literalmente a los
demás en muchos casos.
8 ni comimos de balde el pan
de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser
gravosos a ninguno de vosotros;
Pablo señala algunos de los conceptos en los cuales no
anduvieron desordenados.
· Ellos estuvieron ordenadamente
· Ellos no comieron de balde el pan de
nadie.
· Ellos trabajaron con afán y fatiga
· Ellos no fueron gravosos a nadie.
9 no porque no tuviésemos
derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis.
Derechos tenemos, pero muchas veces, con lo que
tenemos derecho, podemos dar los mayores ejemplos. El mismísimo Hijo de Dios
nos dio ejemplo de ello.
10 Porque también cuando
estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco
coma.
Duras son estas Palabras de Pablo. Porque la mayoría
de los seres humanos tienen por principal derecho el comer. Quizás tengamos que
pensar también en esto.
11 Porque oímos que algunos de
entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino
entremetiéndose en lo ajeno.
Ciertamente esto ocurre no pocas veces. Gente que no
hace nada; si acaso, cuatro cosillas que, por lo general, dan poco fruto. Y se
auto complacen, permitiéndose, juzgar la obra de los demás, espiándoles, criticándoles
y muchas veces, negando el apoyo que sería necesario y suficiente con solo dar un poco de ánimo.
Sí, debemos comer de nuestro propio pan, pero…
¿Entendemos esto?
13 Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien.
Claro está, que hacer el bien es lo que nos mostrará
ante los demás como “Luz del mundo y sal de la tierra”, y no va a haber otra
forma, porque hacer el bien es obedecer a Dios.
14 Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de
esta carta, a ése señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence. 15
Mas no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano.
¿Acaso está diciendo Pablo que al que no obedezca hay
que colgarle un San Benito y exponerlo en la plaza del pueblo? ¡Cuidado con
esto! Ya se hizo. Señalarlo es hacerle ver su error y, la Palabra nos dice cómo.
Y debemos hacerle sentir vergüenza ante Dios, no ante nosotros o el mundo, pues
todos pecamos y el mundo está bajo el poder del tentador. ¡¡¡No le tengáis por
enemigo!!! ¡¡¡Amonestadle como hermano!!! ¿Cuántas veces? “El amor no deja
nunca de ser”. Nuestro Dios así ama.
Que el Señor nos bendiga a todos con la luz necesaria
para hacer siempre su voluntad
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