domingo, 3 de febrero de 2019

EL DEBER DE TRABAJAR

EL DEBER DE TRABAJAR
2 Tesalonicenses 3:6—15.
Salvador Cortés Pedraza

6 Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente, y no según la enseñanza que recibisteis de nosotros.

Este versículo es preciso analizarlo a fondo. Parece dar a entender de alguna manera que este pensamiento que circula por las congregaciones cristianas acerca de quién nos puede ordenar o no con respecto a la doctrina, la mayoría de las veces, está errado.  Sabemos que la única autoridad que existe en la Iglesia del Señor es la Palabra o la Verdad, que son la misma cosa. Sin la palabra nadie ose decirnos nada, pretendiendo acatamiento por nuestra parte; esto es cierto. Pero con la Palabra, el más humilde de los creyentes tiene autoridad para ordenar al hermano. Pero yo quiero ir más lejos en este asunto: Una persona de la congregación que fuere, si ordena con el fundamento de la Palabra de Dios, hay que tenerla por autoridad; hay que obedecerla en lo que ordena. Aún quiero ir más lejos: Cualquier persona que no siendo creyente, nos ordena algo, nos aconseja, nos recrimina, nos enseña que es de Dios, tenemos la obligación de aceptarlo y cumplirlo. Porque en todo caso, no obedecemos la voluntad del hermano, amigo o superior, sino la de Dios. Pablo habla a los tesalonicenses y les dice: “os ordeno…”. ¿Quién aceptaría algo semejante de un hermanito de otra congregación? Por eso, no nos vale leer y releer los versículos de la Biblia si no vamos a entender realmente lo que nos dice y cómo nos lo dice; siempre tendremos los mismos problemas. La orden es, en este caso, apartarse de todo hermano que ande desordenadamente. ¿Qué quiere decir esto? ¿De qué debemos apartarnos? ¿Quizás de la persona? ¿No tendríamos que salirnos del mundo si así fuera?

7 Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros,

Pablo está puntualizando que cuando estuvieron en Tesalónica, lo hicieron ordenadamente, según lo que agrada al Señor. Habían estado dando ejemplo como ministros del Señor, siguiendo al pie de la letra lo que el Señor ordena, por eso se sentían con autoridad para poder ordenarles a ellos, aunque no eran de Tesalónica, sino visitantes. Pero no hay extraños en la iglesia del Señor. Ellos, no estaban siendo ordenados, según las palabras de Pablo, sin embargo, Pablo iba a ellos nuevamente, es decir, Pablo no se apartó de ellos, sino de sus pecados o desórdenes. Pablo esperaba de ellos una rectificación, pero Pablo sabía que incluso para una rectificación, el hijo de Dios debe acompañar a las personas así como Dios nos acompaña cada día ayudándonos en nuestras debilidades ¿Qué haríamos sin Él, si nos hallásemos en semejantes circunstancias? A veces los hermanos abandonan literalmente a los demás en muchos casos.

8 ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros;

Pablo señala algunos de los conceptos en los cuales no anduvieron desordenados.
·      Ellos estuvieron ordenadamente
·      Ellos no comieron de balde el pan de nadie.
·      Ellos trabajaron con afán y fatiga
·      Ellos no fueron gravosos a nadie.

9 no porque no tuviésemos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis.

Derechos tenemos, pero muchas veces, con lo que tenemos derecho, podemos dar los mayores ejemplos. El mismísimo Hijo de Dios nos dio ejemplo de ello.

10 Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.

Duras son estas Palabras de Pablo. Porque la mayoría de los seres humanos tienen por principal derecho el comer. Quizás tengamos que pensar también en esto. 

11 Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno.

Ciertamente esto ocurre no pocas veces. Gente que no hace nada; si acaso, cuatro cosillas que, por lo general, dan poco fruto. Y se auto complacen, permitiéndose, juzgar la obra de los demás, espiándoles, criticándoles y muchas veces, negando el apoyo que sería necesario y suficiente con solo dar  un poco de ánimo.

12 A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que, trabajando sosegadamente, coman su propio pan.

Sí, debemos comer de nuestro propio pan, pero… ¿Entendemos esto?

13 Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien.

Claro está, que hacer el bien es lo que nos mostrará ante los demás como “Luz del mundo y sal de la tierra”, y no va a haber otra forma, porque hacer el bien es obedecer a Dios.

14 Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a ése señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence. 15 Mas no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano.

¿Acaso está diciendo Pablo que al que no obedezca hay que colgarle un San Benito y exponerlo en la plaza del pueblo? ¡Cuidado con esto! Ya se hizo. Señalarlo es hacerle ver su error y, la Palabra nos dice cómo. Y debemos hacerle sentir vergüenza ante Dios, no ante nosotros o el mundo, pues todos pecamos y el mundo está bajo el poder del tentador. ¡¡¡No le tengáis por enemigo!!! ¡¡¡Amonestadle como hermano!!! ¿Cuántas veces? “El amor no deja nunca de ser”. Nuestro Dios así ama.


Que el Señor nos bendiga a todos con la luz necesaria para hacer siempre su voluntad

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